En tiempos de intolerancia y negación como los que estamos viviendo, es cada vez más importante abrir espacios y dar voz a las personas que realmente necesitan hablar. Entiende cómo la Reducción de Daños de Brasil es algo mágico, un swing entre el cuidado, el aprecio y el cariño. Por el historiador y reductor de daños de Alagoas @myrorolim
Siempre digo que lucho por una Reducción de Daños que sea una ética política del cuidado. Quiero traer en este discurso que el concepto de cuidado que defiendo en RD es, sobre todo, una ética de cuidado antifascista.
Así, sostengo que actuar en el campo de la Reducción de Daños en el alcohol y otras drogas es oponerse permanentemente a todo lo que representa este neofascismo brasileño ultra liberal; contra todo lo que da soporte y sentido a esta gubernamentalidad, que produce la existencia del otro a través del control, la selectividad, la enemistad y la aniquilación. Construyendo dispositivos que nieguen las subjetividades y las múltiples formas de los sujetos en el mundo. Haciendo la sociedad una masa cada vez más uniforme y unidimensional, sin vida.
Y la RD debe ser siempre la lucha por una vida política y digna.
Sí: la RD apuesta por la vida, mientras que ellos apuestan por la muerte. Y creemos en varias formas de vida, pero, lamentablemente, también creen en varias formas de matar. Y es por eso que la RD es vista por este gobierno como una barrera y una idea que hay que destruir, pero estamos ahí, existiendo, resistiendo.
El neofascismo del actual gobierno no acepta que el trabajo de la RD para los usuarios de drogas, y para los territorios y comunidades vulnerables, sea construir y promover cuidados y afectos que valen la pena experimentar y vivir. Ni mucho menos que los reductores y reductoras de daños se constituyan en educadores sociales de las políticas de cuidado, ya que, de lo micro a lo macro, los reductores y reductoras de daños deben actuar en la construcción de las políticas de cuidado y en las acciones que surjan de estas políticas, defendiendo siempre el sentido de una atención inclusiva, universal y holística a las poblaciones vulnerables, como los consumidores de drogas, impulsando así políticas y sujetos políticos.
Y este neofascismo amarillo verdoso odia esta idea, porque considera a los sujetos de manera apolítica, superficial, sumisa, sin subjetividades. Y mucho menos con desacuerdos, conflictos o poderes, para el neofascismo, los cuerpos y los deseos deben estar siempre bajo el control de la máquina neofascista.

La RD por la que milito es la que apuesta por los encuentros, los afectos, los discursos y silencios, los pequeños toques y las largas miradas. Defiende que la condición de usuario de drogas, cualquiera que sea la relación del sujeto con la sustancia, no es mayor ni más importante que la condición de vida y política de estos sujetos. Por eso defendemos que estas personas no pierdan sus derechos por hacer uso de una sustancia, lícita o ilícita, y que todos deben tener dignidad y su condición de sujetos políticos soberana y respetada.
Esta RD lucha por redes de servicios que atiendan a las personas de manera adecuada a sus necesidades y demandas, y que respeten los deseos y promuevan la autonomía de sus pacientes. Y estos no son los que tenemos, que apuntan sólo al capital económico, potenciando la gran industria de la enfermedad de la población, y apostando así por las futuras fuentes de fondos del “Estado Mínimo”. Además de favorecer el neofascismo con la patologización de los sujetos, dando aval médico-científico para la implementación de dispositivos de control, represión y exclusión social.
No queremos esta forma de (des) atención. ¡Basta de manicomios, sea lo que sea!

Esta RD del que hablo aquí repite todos los días que, como constituyente del campo de las drogas que se vuelca hacia los temas y problemas de este campo a través del sentido del cuidado, hay que entender que el fenómeno de las drogas no se desprende de otros fenómenos y luchas sociales, como las luchas contra el racismo, la lgbtqifobia, las divisiones de clases, las luchas por los derechos de identidades y géneros, la vivienda, contra el encarcelamiento negro y la pobreza, la defensa del SUS y varias otras luchas que atraviesan los cuerpos sociales y de los usuarios de drogas, sus familias y sus comunidades. No debemos olvidar nunca, que uno de los grandes objetivos de la gubernamentalidad neofascista es, cada vez más, la construcción jurídica y legal del castigo de la pobreza y una política de muerte para los indeseables. Y la Reducción de Daños, como ética política del cuidado, no acepta cuerpos matables o desechables, cuerpos que deben ser encarcelados, considerados indignos o sin voz política.
Por eso, este proyecto brasileño neoliberal-fascista, que trabaja todo el tiempo con los afectos del miedo y el odio para apoyar su política de muerte, no acepta a RD. La aborrece porque teme esta idea de cuidado universal, que apuesta por los sujetos y sus libertades y exige cambios en las estructuras políticas, económicas, sociales y de gobernanza. Una RD que bebe en Paulo Freire y preserva el saber de los reductores que históricamente han construido la idea de autogestión de cuerpos y deseos y corresponsabilidad del cuidado.
Por todas estas razones, la RD, como ética política del cuidado, es un organismo antifascista por excelencia, que no muere por decreto, porque, como todos los insurgentes, su existencia no depende de decretos, permisos o leyes. Ella está más allá de eso. Mientras hombres y mujeres consuman sustancias para alterar sus mentes, habrá quienes necesiten la RD, así como quienes la defiendan y luchen por ella.
No tengo ninguna duda: la reducción de daños, en sí misma, es antifascista.
Myro Rolim.
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